La gran variedad de tornillería que existe en el mercado ofrece alternativas para todo tipo de aplicaciones, así como piezas capaces de resistir ambientes muy complicados que pueden deteriorarlas si no son las adecuadas.
Por ejemplo, el óxido es uno de los peores enemigos para las fijaciones con tornillos, ya que complica el mantenimiento e, incluso, provoca que los tornillos se vuelvan inservibles después de un tiempo oxidados.
Es por esto que, si se sabe de antemano que los tornillos se usarán en entornos de humedad, se sugiere elegir tornillos de acero inoxidable tipo 304 y 316, ya que son ideales para la industria alimenticia, naval, farmacéutica, química, automotriz y para todos los entornos en los que predomina la humedad.
La característica de estos tornillos es su mayor concentración de molibdeno, logrando que sean mucho más resistentes al óxido, sobre todo, si los comparamos con los tornillos de acero 302, los cuales tienen un revestimiento de níquel, siendo muy susceptibles a oxidarse rápidamente.
Entre las opciones de tornillos de acero inoxidable podemos encontrar de cabeza hexagonal, de cabeza Bristol, tornillo prisionero (una versión Bristol pero sin cabeza), tirafondo, cilíndrico, roscado, entre otros.
Ahora bien, los tornillos de acero inoxidable tienen complementos que los hacen aún más duraderos. Por ejemplo, tuercas, arandelas, varillas, espárragos, sujetadores, pernos, etc.