Los tornillos se clasifican según la forma, material, función y utilidad, por lo que es muy importante conocer los distintos tipos existentes en la industria ferretera para elegir los que se adecuen a tus necesidades.
Cabeza hexagonal: se utiliza principalmente para la fijación, montaje y presión de piezas.
Cabeza hexagonal con pivote: este tornillo permite uniones con gran apriete y da la posibilidad de inmovilizar la unión con un pasador en el pivote.
Tornillo prisionero: es una varilla que se puede enroscar por uno o dos de sus extremos; se le conoce con este nombre porque impide el movimiento en las piezas. Normalmente se utiliza en el ensamblaje.
Cadminizado: al oxidarse el cadmio no produce corrosión y ayuda a que este tipo de tornillo se use en funciones de tolerancia cerrada.
Galvanizados: es un tornillo con un acabado de zinc metálico y suele usarse para proteger el acero de la corrosión en ambientes industriales.
Tropicalizado: es un tornillo con acabado amarillo, el cual se logra por el zinc y un cromo, aumentando así su resistencia contra la corrosión.
Pasante: es un tornillo que sirve para atravesar las piezas que se deben unir, por lo que no se rosca. Se utiliza principalmente en piezas de fundición o en aleaciones.
De alta resistencia: son tornillos de acero con características normalizadas y deben contar con certificado de garantía.
Si bien estos son los tipos de tornillos más utilizados, el glosario del mundo de la fijación también contiene formas coloquiales en las que las personas buscan artículos de fijación como: chivas, chicles, churros, cabezuelas, etc.
Sea cual sea la forma en que conozcas a los tornillos, lo más importante es acercarte a los expertos para que ofrezcan una solución real para tus necesidades de fijación o unión de piezas.
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